18.7.06

Monstruos por la tarde



La luz oblicua filtra un olor a verde, a pulmón de manzana.
Por suerte es esa hora ambigua que invita a la noche sin deshacerse de una tarde soleada y el cielo colorea la pava que ronronea, ella sonríe, siempre le gustaron los colores, de eso se trata al fin y al cabo.
Allí esta ella, en su mínimo e inmenso páramo privado, los monstruitos que ella creó, que ella parió la miran desde un papel en un corcho.
A veces piensa cual será la mano que la dibuja a ella, quien mirara el monstruito que es ella, quien la comprenderá como ella hace con los suyos.
La luz tenue la proteje de si misma, parada frente al espejo se mira con rara fascinación, sin pedantería, casi sin entenderse. Enciende un cigarro y ve en el espejo la brasa que quema, que ilumina mas sus facciones tan Modigliani, sus ojos cafés se hacen negros, el rictus de la boca, apagada, le da una sensación sombría que la atrae. Se sorprende pensando en ser la imagen de alguien que la mira, se regodea en la idea de ser observada anónimamente, de ser deseada anónimamente.
Con un movimiento firme y delicado deja que la remera/camisón/mameluco caiga a sus pies y contempla sus hombros desnudos y altivos, no quiere mirar por la ventana.
Sabe que alguien la mira, siente que alguien la mira. Se acerca al espejo y exhala su aliento tibio, el vapor se condensa , su figura se hace intangible, sus tetas que recién se recortaban nítidas pierden foco. Lame delicadamente esa nebulosa, la lengua siente el frío del vidrio y la imagen recupera forma y gana en textura, la saliva en el espejo decora la imagen de su torso desnudo. Cree que hay que pintarse, deja la mano apoyada en su reflejo y piensa que acaricia a la ella que esta del otro lado, a la ella del espejo, siente el frío en la piel y mira en la otra sus pezones crespos.
Siente y ve en la otra , en esa imagen, a su monstruito, su creación constante, la ve quedar extasiada en sus labios finos, en su pelo alborotado. Ve que es ella la que besa , la que suda, la que puja.
La luz ya se excusa y parte, el olor del verde cambia por el sereno aroma de la noche, ella ve las sombras de si misma, alguien (sabe, no importa donde) la esta mirando.
La pava hierve.

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