24.5.07

Violencia en el Fútbol







El ruido seco lo sorprendió a la carrera.


Como fue a sus espaldas y en ese momento se dirigía con pelota dominada hacia el arco contrario ni siquiera se le cruzó por la cabeza detenerse.


El arquero de ellos, un pendejo que atajaba muy bien, le salió achicar y como se sabe, ya de por sí el arco de papi fútbol es chiquito. Así que resolvió en el momento (con esa maravillosa improvisación corporal que mucha gente solo experimenta mediante el fútbol) quebrar la cintura como si fuera a dar el pase al medio por donde venia Daniel pidiéndola a los gritos. El arquerito vaciló en tapar el tiro o cortar el centro y esa décima de segundo, que es fatal en los arqueros y en los asesinos, lo inclinó por enganchar con su pierna menos hábil, la siniestra, y definir con la cara del pie abierto hacia el arco. El pendejo igual se tiro a tapar (llegaba a todas el hijo de puta) pero no pudo manotearla. Lo gritó con toda la boca y los puños cerrados. Modesta venganza de un partido que los contrarios llevaban cómodamente por cinco o seis goles arriba.


Era mas un símbolo de vergüenza deportiva, de demostrarle a alguien, dios o cualquier boludo, que la derrota se debía a sus impresentables compañeros que tenían menos fútbol que cintura y eso era mucho decir.
Corriendo, sudado y jadeante fue a buscar la pelota dentro del arco se agacho para buscarla y salió corriendo en dirección al centro de la cancha.
Ahí lo vio.


El gringo Pezzati estaba tirado y sus compañeros se acercaban entre bocanadas ahogadas a ver que carajo le pasaba. La verdad es que a él le importaba un carajo el gringo Pezzatti, un boludo de contaduría que hablaba mucho y jugaba poco, síntoma inequívoco del mediocre. Ya varias veces habían estado a punto de cagarse a trompadas y si no lo habían hecho era porque en el fondo eran dos cobardes.


Pensaba que a nadie debe sorprenderle una gresca en una cancha de fútbol amateur. Es lo más natural del mundo e incluso absolutamente lógico.


¿Quién pretende razonar fríamente bañado en sudor y perdiendo 3 a 1??


Respuesta sencilla: quien no vio una pelota de fútbol en su puta vida, los comentaristas de bar o de oficina o alguien a quien nunca le dolieron las patadas ni metió un gol sobre la hora.
La verdad es que Pezzatti restaba mas de lo que sumaba y jugaba porque raramente juntaban 5. Desde la mitad de la cancha puteaba para sí, esperando que se levante, que faltaban veinte y con un poco de huevo lo podían empatar.


Como vio que los demás empezaban a gritar se empezó a acercar descreído y fastidioso. Que carajo le pasaba al pelotudo de Pezzatti??


Ni para lesionarse servia??
Cuando llego se sorprendio de ver a Pezzatti con los ojos en blanco y un gesto ridículo que le deformaba la cara, "O es un bobazo o este forro es epiléptico", pensó.


Encima no había venido el gordo Detrich que era el único médico, o casi porque en realidad no se había recibido. Desesperados, sus compañeros y los adversarios empezaron a correr alrededor del idiota de Pezzatti que ahora parecía directamente muerto.


La escena se le presento extraña como si fuese una película muy mala, como de Enrique Carreras pero sin presupuesto.
Edgardo, uno de ellos, intentaba hacer algo que no se podía precisar si era masaje cardiovascular o el ultimo intento de liquidar la bolsa de huesos que en el piso adquiría una tonalidad apagada, casi grisácea a pesar de estar todo sudado. Como si se estuviese ahogando o algo así.


En un momento lo miraron buscando ayuda o quien sabe que, se sintió algo culpable de no sentir la misma desesperación que los demás o por lo menos que la circunstancia ameritaba, pero era así.


A esta altura habían llamado ya una ambulancia y el gordo que alquilaba la cancha había traído unos sobrecitos de azúcar pensando que al hijo de puta de Pezzatti le había bajado la presión.
Mientras algunos lloraban y otros miraban el suelo él no podía quitar la vista de ese cuerpo que, ya indudablemente, estaba despejado de todo signo vital.


El hecho de saberlo muerto lo reconcilió durante unos segundos, fútiles, pasajeros, con Pezzatti.
Enseguida comprendió que era tan pero tan malo que ni siquiera se le había ocurrido morirse mientras fueran ganando lo que hubiese congelado las acciones en ventaja y que vivo o muerto impedía la recuperación de su equipo.


Era lo mismo, "Es un sino", pensó.
Pensó que ese guiñapo de carne sería para alguien una tragedia en unos minutos, horas quizás. Que debía haber alguien que lo quisiera, que lo fuera a llorar, alguien que pensaría que sin él la vida se había acabado.


Se sorprendió de eso: del infinito abanico de sensaciones y sentimientos entrecruzados que interactúan paralelamente, para él una bolsa de huesos que había sido un tipo de mierda moría todo sudado, mostrando las varices y con un gesto que lo eximia de toda hidalguía sobre una baldosa fría del club Pujanza de Almagro.


En ese momento alguien perdía a su amor, otro a su padre y referente, otro al marido de su amante, alguna puta a su mejor cliente y así......
Se quedo hasta que llegó la ambulancia mas por cortesía que por interés, cuando llegaron los médicos Pezzatti llevaba cerca de veinticinco minutos muerto y empezaba a quedarse duro.
Juntó su bolso de atrás de unos arcos y encaró para las duchas.
La verdad es que Pezzatti había sido un sorete y no lo iba a extrañar, definitivamente. Pero había elegido una buena muerte o la muerte había sido benévola con él. Morirse con los lienzos cortos yendo a buscar una pared que no va a llegar jamás........ es una muerte digna.
Pensó que él quizás moriría lleno de cables en una cama de hospital o una serie de muertes vulgares, exentas de toda clase.
Al fin y al cabo hasta muerto le rompía las pelotas.


"Este Pezzatti es un forro" pensó y tanteo el agua caliente......para no quemarse.


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